Nacido el 27 de mayo de 1909, en la ciudad de El Cobre, estado Táchira, Pérez es oficialmente la persona de sexo masculino de “mayor edad”, según aseguró el Guinness World Récord, que realizó la verificación el pasado 4 febrero.
En 10 días cumplirá 113 años. “Tiene una salud y una memoria excepcionales. Recuerda su infancia, matrimonio, el nombre de sus hermanos, hijos y nietos. Le encanta estar rodeado de familiares y amigos mientras cuentan historias y entabla una buena conversación”, indicó la organización en un comunicado.
“Trabajar mucho, descansar en vacaciones, acostarse temprano, beber una copita de aguardiente (Miche) todos los días, amar a Dios y llevarlo siempre en el corazón”, fueron las rutinas que Juan Vicente definió como su secreto para la longevidad.
Pérez comenzó a trabajar desde temprana edad como agricultor, a los cinco años. Ayudaba a sus padres con las cosechas de azúcar y café, y durante su adultez también se desempeñó como alguacil para resolver las disputas de tierras en el pueblo en el que residía, Caricuena.
Creó un trapiche con su hermano Miguel para ayudar a la producción del café y la caña de azúcar. Tiempo después, logró comprar una máquina aún más grande para aumentar la producción de la finca y generar más ingresos económicos. A sus diez años, Juan Vicente empezó a asistir a la escuela local, pero solo durante cinco meses, ya que su profesora se enfermó.
“Afortunadamente, Juan aprendió lo básico de la lectura y la escritura gracias a un cuaderno que le regaló la maestra Carmen, a quien le tiene un cariño especial”, reseña el comunicado.
Además de la agricultura, una de las pasiones que aún practica Juan Vicente es la de su espiritualidad, construyendo una sólida relación con Dios y su familia. También está agradecido por su vida, así como por los alimentos y las personas que le rodean.
Estuvo casado durante 60 años y su esposa, Ediofina del Rosario García, falleció en 1997. De ese matrimonio nacieron 11 hijos, que le dieron a Pérez 41 nietos, 18 bisnietos y 12 tataranietos. Después de las largas y duras jornadas de trabajo, Juan Vicente disfrutaba de su tiempo libre en reuniones familiares. Además, compartía junto a su hijo Edesiom, quien era el encargado de dar a conocer a su gente, la música de Antonio Aguilar, Las Hermanas Calle y Negro Picante, utilizando una vitrola.