Tres de cada diez mujeres padecen algún tipo de alopecia en algún momento de su vida, entre la que destaca la alopecia androgénica, predominante en la adolescencia y en edades postmenopáusicas. “La genética, los desequilibrios hormonales, el estrés, los cambios estacionales o el paso de los años son algunos de los motivos que influyen en la caída del cabello”, explican los especialistas. Mujer, joven y calva sigue siendo un tabú estético que ha salido a la palestra por el desafortunado incidente de Will Smith.
Cada vez son más la mujeres que padecen alopecia, pese a ser un trastorno tradicionalmente asignado a los hombres. Así, los cambios estacionales, la herencia genética, los factores hormonales o el debilitamiento del cabello que se produce con la edad, sumado a factores externos como el estrés, llevar una dieta desequilibrada o abusar de tabaco o alcohol, hacen que las estimaciones actuales indiquen que hasta el 30% de la población femenina sufrirá algún tipo de alopecia a lo largo de su vida. “En la actualidad hay al menos un 20% de mujeres de entre 30 y 40 años que padecen alopecia androgénica, la causa más frecuente de caída entre el sexo femenino, de origen hormonal y a veces hereditario. Este tipo de alopecia se sufre en mayor medida en la adolescencia, entre los 15 y 25 años, así como en edades postmenopáusicas, entre los 50 y 55 años”, dice Carlos Gómez, director médico de Hospital Capilar.
Algunas de las causas que influyen en la pérdida de cabello entre las mujeres jóvenes son los desequilibrios hormonales severos, la aparición de la anemia y como consecuencia la falta de hierro, o bien el capital genético, un factor determinante en lo que respecta a la salud capilar de cada persona y que interviene también en el color, textura y grosor del pelo. No obstante, casi toda la población femenina suele verse afectada por el fenómeno de afinamiento y volumen producido por el paso de los años, en el que la melena pierde densidad y se vuelve menos poblada al tacto.
Estas son algunas de sus causas:
La sobreexposición solar. Existen estudios que defienden que abusar de los rayos UVA puede acelerar la alopecia androgénica. Sin embargo, no usar un protector solar para proteger la piel del cuero cabelludo será el verdadero detonante que pueda favorecer esta caída, ya que contribuye a que las fibras capilares se vuelvan más frágiles, se quemen y se deshidraten.
El abuso de tintes y lacas. Utilizar elementos como gominas, tintes o lacas no influirá en la pérdida del pelo, aunque sí afectará a su calidad, haciendo que sea más delgado, produciendo roturas y dañando su estructura en el caso de que ese uso sea muy continuado. “Por, su parte, las coletas muy tirantes pueden producir la denominada alopecia traccional, que suele afectar a zonas temporales y frontales del cuero cabelludo”, añade Gómez.
Lavarse el pelo todos los días. La asiduidad con la que se debe lavar el pelo obedece a situaciones individuales de cada persona, tales como su producción de grasa o su actividad física, pero no tiene una relación directa con la presencia de la alopecia. No obstante, las características del champú que se utilice serán determinantes, al ser un cosmético capilar que puede dañar la piel del cuero cabelludo o el tallo del pelo. “Los productos capilares que usemos no tienen por qué influir directamente en la caída, aunque sí que pueden contribuir a ello si no tenemos una salud capilar adecuada con la cosmética apropiada”, recalca el doctor Gómez.
El pelo graso tiende a caerse. El exceso de grasa en el pelo no tiene por qué acarrear problemas de caída, aunque sí que afecta a la oxigenación del mismo, por lo que puede volverlo más débil, al reducir el suministro de oxígeno y nutrientes. Por ello, se debe cuidar el cuero cabelludo con productos específicos y con una alimentación adecuada, con el fin de mantenerlo sin picores, caspa o exceso de grasa.
Por contra, no es perjudicial:
Uso de gorros. No hay evidencia que confirme que la utilización de estos accesorios contribuya de algún modo a la caída del cabello, ya que el folículo no recibe el oxígeno del exterior, si no a través del torrente sanguíneo. Por tanto, el uso de cascos o gorros solo afecta al aspecto estético y no al desarrollo del pelo, e incluso los expertos aconsejan su uso durante los meses de verano para resguardar a nuestro pelo de los efectos negativos del sol.
Cortarse el cabello a menudo. Cortarse el pelo con frecuencia no hará que éste crezca más rápido ni con más fuerza, ya que el corte no actúa sobre la raíz del folículo, y por tanto no altera el ritmo de crecimiento determinado biológicamente. Sin embargo, contribuirá a mejorar su aspecto y calidad y lo protegerá de las diferentes agresiones externas que tienden a producir las puntas abiertas.